13.3.13

Café, risas e higiene intestinal




Una mañana cualquiera, de un día laboral cualquiera, en un bar cualquiera, dando buena cuenta de un café con churros en la mejor de las compañías: señor marido y gran amigo de la adolescencia (al que denominaremos señor marrón, para no desvelar su identidad).

Señor marrón, marido y servidora se descojonan ante las miradas de desaprobación del personal debido a que el tema de conversación elegido es realmente escatológico: profesiones en auge. Limpieza de colon a domicilio.

Marido y servidora narramos, con lágrimas en los ojos,  que justo a la misma hora el día anterior vimos un coche por el barrio, que anunciaba a bombo y platillo este curioso servicio.

Digo: Al menos no llevaba megáfono como el tapicero: “El tapicerooooo señoraaaaaa, el tapiceroooooo oigaaaaaa, tresillos, descalzadooooras!!!!!" por que imaginarse al tipo vociferando “Limpieza de colooooon señora, ojetes, tracto urinariooooooooooooooo, residuuuuuos tóxiiiicos de su culooooooo, presupuestos sin compromismoooooo!!!!! “  

- Señora del 5º (Agita el plumero y grita) - ¡Aquí buen hombre, yo quiero presupuesto!

- Emprendedor sin escrúpulos (mira para arriba destrozándose las cervicales) -Ahora subo señora, vaya desabrochándose la faja.

-Vecina que cotillea desde el 4º (Arremete): ¡No suba insensato! No sabe donde se mete, que a esa le gusta mucho la legumbre!

Lo mejor. Señor marrón no desconocía esta profesión, es más, nos cuenta divertido la experiencia de un colega suyo (al que denominaremos señor cacas para mantener su anonimato) que contrató estos servicios.

Al final de la sesión, señor cacas se sentía liviano como una pluma y limpio como si hubiera engullido dos litros de ”Cillic bang”.  Al parecer tras introducirle una manguera por el ojete, litros de agua a presión hicieron su trabajo. De allí salió de todo, ¡hasta objetos nos cuenta! Si, ese brazo de los clic de famobil que el señor cacas se tragó cuando tenía 5 años, allí estaba el jodio, agazapado en el intestino grueso, haciéndose el fuerte.

La pandilla caca (osea, nosotros) bromeamos imaginando la situación y la indumentaria del tipo rollo "caza fantasmas". Mono marrón con caca serigrafiada (con sonrisa, ojo, para quitarle hierro al asunto). Señor cacas a cuatro patas en la salita de estar y plásticos en las paredes como si Dexter fuera a hacerle una visita.

Carcajadas en tono alto, hacen que un individuo levante la vista hacía nosotros y chasque la lengua con desaprobación. Ande, no disimule, fijo que los callos que hace mi madre no están tan limpios como su intestino grueso amigo, pienso.

Tras despedirnos en el metro, los tres llegamos a la misma conclusión. Preferimos morir antes que someternos a semejante humillación. Palmaditas en la espalda y mas risas de despedida.

Pero hay una cosa que no puedo quitarme de la cabeza desde entonces.

¿Dónde habrá ido a parar la moneda de 25 pesetas que me trague hace tiempo…? Nunca la ví salir :P







27.2.13

Doña Pito Piturra


Odio las peluquerías. No soporto estar dos horas oyendo cotilleos sobre la Familia Real, la petarda de turno y demás cortesanas que se las dan de modelos.

No leo revistas del corazón porque no conozco a nadie, y como tampoco veo el programa de Ana Rosa no puedo unirme al cotilleo general. Y además últimamente la chachara va sobre las desgracias de la vecina, la cuñada o el marido. Ana Rosa vs crisis. La cosa está reñida.

Pero hay veces que la pelambrera manda y ya no hay excusa alguna.

Hace 15 años que voy a la misma peluquería. Mi peluquera sabe que jamás me daré mechas, que jamás me haré algo asimétrico por mucho que este de moda y que me la rasca que se lleven las patillas cortas o las nucas largas. Y además, mi peluquera sabe que si hay algo de lo que carezco en esta vida es de tiempo.

Hora. 17:25

Saludo alegremente, dejando claro que voy un poco justa, me alejo rápida del aparato desconyuntador ese apoya nucas del lavabo y la señorita manostijera, se pone en acción. Tijera en mano y pinza para mechón en otra, se mueve con parsimonia a mi alrededor

Pensamiento: En media hora estoy en casa y me  da tiempo a hacer una tortilla para cenar.

Hora 18:00

Una clienta (a la que denominaré número 2) que yo no había visto, tose.

Estaba agazapada detrás de la máquina esa que te seca el tinte y parece sacada de los transformers. (la máquina, no la clienta número 2)  Leía tranquila la vida y milagros de alguna golfa cuando de pronto… alzó la vista y empezó a hablar.

Pensamiento: Vaya, había otro ser humano tras ese artefacto. No sé si hacer la tortilla también con calabacín o solo de patatas.

Hora: 18:20

Enfrascadas en una conversación en la que no hay piedad con la infanta Cristina. Mi peluquera suelta las tijeras y gesticula con ahínco acentuando su indignación. Mi mirada pasa de la tijera al rulo, y del rulo a la tijera. Ansío tener rayos X en los ojos para desintegrar a la clienta número 2.

Pensamiento:  Matar a la vieja, pero ya.

Hora: 18:45

La infanta Cristina ha quedado reducida a una perra sinvergüenza que como tantos otros se dedican a robar a los Españoles. Ahora hablan la nueva peluquería que ha montado al lado una sudamericana, que compra los productos a saber dónde.

Pensamiento:  Si la sudamericana se fuera a Quito a por agua oxigenada no tardaría tanto como tú.

Hora: 19:05

La  Clienta número 1, osea yo, se atreve a apremiar timidamente a la peluquera. Como respuesta a su comentario recibe un chorro de agua pulverizada de un flu flu de esos para que no se te seque el pelo.

Pensamiento:  Asumo que nunca voy a salir de allí.

Hora: 19:25

Salgo de la peluquería. La tortilla ha dejado de ser española y ha emigrado a Francia. Pensamientos del tipo “alunizar” mi hyndai en los cristales del establecimiento me parecen tan sugerentes que me preocupo gravemente por mi estado mental.

Si, y lo peor es que que además me han dejado el pelo como Gloria Fuertes. Pero cualquiera decía algo, el Papa estaba recibiendo su merecido por dejar tirada a la comunidad Cristiana. Y ese tema da para mucho, mucho, mucho.

18.2.13

Ande yo caliente ríase la gente





Meneo la taza de menta poleo con la bata puesta mientras veo en el telediario que al día siguiente va a caer la mundial en Madrid y en el resto de la península.

Cojonudo, pienso, por que me toca estar súper temprano en un polígono industrial donde cristo perdió el mechero.

Pulso el icono del tiempo del iphone esperando un milagro, pero no… que nieva, joder, qué va a nevar!

Cuando a las siete y media de la mañana un engendro soñoliento (servidora) se apoya en una barra del metro intentado no dormirse vislumbra entre la multitud humana un cacho carne. Y no un cacho carne cualquiera, si no un cacho carne terso, tonificado y me atrevo a decir que hasta moreno.

Abro los ojos todo lo que puedo y me encuentro frente a mi a una tenageer. No pasará de los 16 años. Me río yo de Mr. Freeze. Esta chavala es mi puñetera heroína! Allí esta, con su falda del cole que la tapa justo el culo, sus calcetines y sus mocasines. No hay rastro de media, leotardo ni nada similar. Allí esta ella, haciendo frente al temporal y a los -2ºC. ¡Todo sea por el Borja de turno, de hoy no pasa, seguro que cae!

El personal masculino del vagón agradece la visión, seamos sinceros. Un señor ya de edad llega a disimular que va a mirar el plano para echar un ojo a la carne lozana. Claro, que con la pinta del señor entiendo que debe llevar muchos años sin ver carne fresca, así de gratis.

Yo sin embargo solo pienso en el tanga de hello kitty de la susodicha. (bueno, ahora que lo pienso, el señor seguramente también estaba pensado en eso).

Ese trocito de tela, gélido y pasmado de frío que estará lamentándose de su perra suerte al haber caído en manos de semejantes propietaria.

        - Adiós tanguitaaaaaa. Se despedía de él, un sujetador de algodón con la serigrafía de la Kitty.

Habían hecho amistad en el lineal de ropa interior de HM. Llevaban toda la temporada deseando ver mundo más allá de esas puertas correderas y confesándose sus deseos más íntimos. Cuando por fín estaban al 50% compraron el tanga.

         - Adiós sujetador, te deseo lo mejor, voy a ver mundo.

Mundo lo que se dice mundo… .A no ser que ahora se le llame así a la pesetona, como decía mi abuela

Y recordando a mi abuela, es curioso que ahora cada vez que veo a una señorita enseñando cacha lo asocie con palabras del tipo riñones al aire y cistitis….  ¿Será la edad? Hmmm, meditaré sobre ello.

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