Una mañana cualquiera, de un día laboral cualquiera, en un
bar cualquiera, dando buena cuenta de un café con churros en la mejor de las
compañías: señor marido y gran amigo de la adolescencia (al que denominaremos
señor marrón, para no desvelar su identidad).
Señor marrón, marido y servidora se descojonan ante las
miradas de desaprobación del personal debido a que el tema de conversación
elegido es realmente escatológico:
profesiones en auge. Limpieza de colon a domicilio.
Marido y servidora narramos, con lágrimas en los ojos, que justo a la misma hora el día anterior vimos un coche por el barrio,
que anunciaba a bombo y platillo este curioso servicio.
Digo: Al menos no llevaba megáfono como el tapicero: “El tapicerooooo
señoraaaaaa, el tapiceroooooo oigaaaaaa, tresillos, descalzadooooras!!!!!" por que
imaginarse al tipo vociferando “Limpieza de colooooon señora, ojetes, tracto
urinariooooooooooooooo, residuuuuuos tóxiiiicos de su culooooooo, presupuestos
sin compromismoooooo!!!!! “
- Señora del 5º (Agita el plumero y grita) - ¡Aquí buen hombre,
yo quiero presupuesto!
- Emprendedor sin escrúpulos (mira para arriba destrozándose las cervicales) -Ahora subo señora, vaya desabrochándose la faja.
-Vecina que cotillea desde el 4º (Arremete): ¡No suba insensato! No sabe donde se mete, que a esa le gusta mucho la legumbre!
- Emprendedor sin escrúpulos (mira para arriba destrozándose las cervicales) -Ahora subo señora, vaya desabrochándose la faja.
-Vecina que cotillea desde el 4º (Arremete): ¡No suba insensato! No sabe donde se mete, que a esa le gusta mucho la legumbre!
Lo mejor. Señor marrón no desconocía esta profesión, es más,
nos cuenta divertido la experiencia de un colega suyo (al que denominaremos
señor cacas para mantener su anonimato) que contrató estos servicios.
Al final de la sesión, señor cacas se sentía liviano como
una pluma y limpio como si hubiera
engullido dos litros de ”Cillic bang”.
Al parecer tras introducirle una manguera por el ojete, litros de agua a
presión hicieron su trabajo. De allí salió de todo, ¡hasta objetos nos cuenta!
Si, ese brazo de los clic de famobil que el señor cacas se tragó cuando tenía 5
años, allí estaba el jodio, agazapado en el intestino grueso, haciéndose el fuerte.
La pandilla caca (osea, nosotros) bromeamos imaginando la
situación y la indumentaria del tipo rollo "caza fantasmas". Mono marrón con caca
serigrafiada (con sonrisa, ojo, para quitarle hierro al asunto). Señor cacas a
cuatro patas en la salita de estar y plásticos en las paredes como si Dexter fuera a hacerle una visita.
Carcajadas en tono alto, hacen que un individuo levante la
vista hacía nosotros y chasque la lengua con desaprobación. Ande, no disimule,
fijo que los callos que hace mi madre no están tan limpios como su intestino
grueso amigo, pienso.
Tras despedirnos en el metro, los tres llegamos a la misma
conclusión. Preferimos morir antes que someternos a semejante humillación.
Palmaditas en la espalda y mas risas de despedida.
Pero hay una cosa que no puedo quitarme de la cabeza desde
entonces.
¿Dónde habrá ido a parar la moneda de 25 pesetas que me trague hace
tiempo…? Nunca la ví salir :P