29.5.12

Manolo G. jugó “ESTREÑIDO” hace un momento




Día: un jueves cualquiera. Hora: 12:35 PM. Lugar: mi dormitorio.

Y ahí estaba yo, intentando colocar la jodida Z. Que si, te da muchos puntos, pero anda que no es chunga de poner. Era cuestión de orgullo, esta partida la ganaba por mis inexistentes pelotas.

A mi lado, un señor en calzoncillos se empeña en darme la noche. Ha colocado en la casilla de triple letra la deseada “X”. 78 puntos de vellón, así como quien no quiere la cosa.

Sería más sensato volverme y partirle la cara, pero no, uso el chat y le pongo: "capullo". 
Él me contesta: "te jodes".

Aparte de jugar con mi marido, juego con mi cuñada, mi suegra, una amiga que hace años que no veo, un colega de mi hermano y mi compañero de curro. Seis frentes abiertos, puedo con todos, el caso es demostrar que Cervantes a mi lado es como un niño de 3 años.

Y así llevamos ya tres noches seguidas.

No me siento muy orgullosa de confesar estas cosas, pues la falta de sueño ya me está pasando factura. Pero creo sinceramente que, esto no puede ser peor que cuando me enganche a “la granja”.

Plantaba la remolacha, recogía la remolacha, pillaba un espantapájaros, visualizaba la granja de mi vecina y le enviaba un mensajito: "Tronca, se te seca la berenjena".
Ampliaba la granja, pillaba cosechadoras, adquiría vacas, ovejas y cabras, hacía un redil. Mi granja llego a ser como Oklahoma, casi me dan fondos de la Unión Europea.

Al final, llego a convertirse en un trabajo. El día que puse el despertador a las tres de la mañana para recoger mi cosecha decidí que había tocado fondo. Seis horas después con todo el dolor de mi corazón e ignorando las amenazas de amigos adeptos, mi granja fue eliminada.

Yo se que esto me va a pasar con “apalabrados”, mañana me borro la aplicación. Total, pudiendo estar leyendo, cocinando, haciendo deporte, paseando, tomando cañas e incluso trabajando, no merece la pena estar pendiente de si mi cuñada ha puesto: "almorrana" o "garrapiñados".

Mañana fijo lo dejo, en cuanto acabe con ella, lo prometo, de mañana no pasa….





28.5.12

Cosas que odio: Charlie Rivel


Queda oficialmente inaugurado este apartado de mi blog denominado: cosas de odio.

Esto no es una idea original, se la he copiado a John Waters de su libro “Majareta”, pero es demasiado jugosa para dejarla escapar. Sobre todo viniendo de una persona como yo, que odia mogollón de cosas.
 
Hoy os hablare de ese patético payaso llamado: Charlie Rivel.

Qué conste, que a mi ese señor a nivel personal nunca me hizo nada, y no dudo que acogiera cachorritos descarriados en su domicilio. Pero es que era verle con la silla acuestas y ponerme de los nervios.
 
Lo aborrezco desde niña.  Si lo ponían en algún programa infantil, ya me habían jodido la tarde. Porque cuando yo era pequeña no había cientos de canales infantiles, Internet y dvds. En mi época o tragabas con lo que había,o tu madre te quitaba la tele.

El caso, es que mi odio hacía este páyasete era irracional, pues yo veía a un anciano pintarrajeado con camisón, lento, cansino y que no abría la boca. Ni que decir tiene que, cuando sacaba la guitarra y la silla era la combinación letal del sopor.

Yo sabía que ese tipo algo escondía, me daba mala espina, sabía que no era trigo limpio. Y es que señoras/es, hay un dato relevador sobre este señor que ha hecho que mi odio hacía él se dispare.

Me he enterado de que el divertido personaje, era simpatizante de los nazis y que trabajaba para el Tercer Reich. En plena guerra mundial, llenaba diariamente el teatro Scala de Berlín, llegando a actuar para tipejos de la calaña de Goebbels o el mismísimo Hitler.

Ay Charlie…(”suspiro”)  ¿Nunca te paraste a pensar en la opinión de los niños cuando se enterasen de cuales eran tus compañías?  Lástima que nunca te cayeras de la silla para que llorases por algo.

22.5.12

BANCOTRÓN: el banco malino



Hoy venía escuchando la radio y me he quedado piqueta con la noticia de la posible creación de un “banco malo”.

Como estaba sorteando vehículos en la M-30, he considerado que tal vez no había entendido bien, así que rauda y veloz me he puesto a indagar sobre el tema en cuanto he salido del coche.

Más que nada, he dejado volar mi imaginación y me ha parecido súper divertido eso del  “banco malo”. Molaría ponerle un nombre, como: BANCOTRÓN.

Ya me estoy imaginando la imagen del banco: un edificio lanzando rayos sobre el personal y masacrando a la población rollo godzilla.

Si no he entendido mal, esto se hace para impedir que los bancos se sumerjan en más pérdidas y tengan que pedir dinero a mansalva. Todo ello con autorización del Banco de España, que les deja pasar partidas tóxicas al Bancotrón.

¿Partidas tóxicas? ¿Qué no mola? Las llamaremos Toxipartidas.

Las toxipartidas son: los pisazos que antes valían a 300.000 y ahora valen a 98.000, los créditos que se concedían a un señor de Burgos para que se comprara un Volvo (y ahora no puede devolver). En fin, todo un arsenal de esos productos que se nos ofrecían con ansia, porque eran la oportunidad de nuestras vidas.

Bancotrón puede con todo, porque es la hostia el tío de poderoso. Y además siempre esta el Estado para hacerse cargo de una gran parte de esas toxipartidas. (¿El estado? ¿Pero esos al final, no somos nosotros?)

Pero ojo, se insiste, que esto se ha hecho en mogollón de países con éxito, y que no solo beneficia a los bancos que la han cagado con sus excesos, si no también a la ciudadanía, ya que nos pueden volver a dejar pasta para comprar cosas.

Y yo me pregunto, ¿Cuál será el final de Bancotrón? ¿Explotará en si mismo, desbordado por las toxipartidas? Yo no entiendo nada.

La verdad es que no tengo ni idea de economía y flipo. Pero me quedo con lo bueno: Bancotrón, que ya ha pasado a formar parte de mis villanos favoritos.





21.5.12

El cocidito de mi mamá



Hombres y mujeres somos diferentes es innegable. Y puedo comprobarlo  todas las santas mañanas.

Mientras nosotras llevamos al trabajo nuestra bolsa de Zara o similar, algunos señores oficinistas llevan, literalmente: una tartera envuelta en una bolsa de plástico (del Mercadona o de la tienda de pollos de su barrio) con su nudico y todo, tan monos ellos.

Cuando les veo caminar con su traje y con la manita levantada, sosteniendo la bolsita a modo de medio kilo de pasteles me parece tan obsceno como si llevaran la bragueta abierta.

Vale que las tías podemos llegar a ser muy coñazo. Y vale qué muchos tíos pasan de todo, pero hombre de Dios… ¿Tanto cuesta meter el tupper en una bolsa digna? ¿Es mucho esfuerzo usar una bolsa de papel, una mochila o algo que disimule un poco el contenido?

Ante semejante postal, cuesta alejar el pensamiento del interior del recipiente en cuestión. Y cruzas los dedos para que no sea pescado en salsa. Que nadie duda que la merluza que compra ese señor sea de La Coruña y fresquísima, pero desde luego ese día se va a hacer muy popular en el comedor de su empresa.

Otra cosa es, que conociendo a los hombres sea cuestión de huevos. Y les guste alardear del cocido de su madre, las alubias con perdiz de su suegra o el potaje de su señora.

-         (Oficinista  alardeando): Hoy judías pintas con panceta, con dos cojones. ¡Y en el tupper grande! Y sí, ¿que pasa? con media barra de pan.

En los microondas el comedor de mi empresa he llegado a ver cosas que dejan a Brain Dead a la altura del betún. Pero eso es algo de lo que hablaré en otra ocasión.

Resumiendo: ¡Señores, consuman, gástense el dinero en spf o similar, que aparte de ser bueno para la crisis, les regalan la bolsa!

17.5.12

El poder de la gallina





-         (Persona): ¡Qué no madre, que yo NO me quedo en el pueblo!

Este ha sido el grito de guerra, de millones de españoles que buscaban un futuro en la grandeza y las posibilidades de la capital.

Viene a mi mente, una escena de una película “La ciudad no es para mi” , con un Paco Martínez Soria, boina en mano, escudriñando señoras de buen ver con mirada de éxtasis.

Y es que debe ser la leche, salir de tus cuatro casas en la estepa castellana y cambiar las gallinas por un Madrid, con sus edificios monumentales, sus teatros y sus restaurantes.

Mi madre fue una de esas personas que buscaban una vida mejor. Y gracias a su esfuerzo, yo he nacido en Madrid (con su Malasaña, su metro, sus muchos amigos…) pero también he tenido pueblo (con su campito, su familia, sus animalicos, sus bicicletas en verano…)

Ese pueblo al que ahora vas de pascuas a ramos a ver a la familia, y te ponen una lechuga y un par de huevos fritos y se te saltan las lágrimas.

Entonces empiezas.

-         (Servidora): Joder, que tranquilos vivís aquí, yo estoy harta de los atascos, del ruido y de no tener tiempo para nada. ¡Madre del amor hermoso, estos huevos están cojonudos!… ¡mira tu que tontería y qué cosa más rica, me cago en tó!

Tras los huevos, llegan las rosquillas, luego paseico con el campo y ala, de nuevo a la urbe, que cuando ves los edificios de al lado de tu casa, te dan ganas de llorar.

Así que la urbanita empieza a hacerse la reflexión de turno. Una reflexión parecida a la que te haces cuando estás de vacaciones una playaca en el culo del mundo, comiendo gambas medio en pelotas todo el santo día, y ya te ves súper integrada en el medio. Allí ganándote la vida recogiendo mejillones o algo.

Pues esto es lo mismo. Pero el pueblo gana. En el pueblo, están las gallinas. Y las gallinas ponen los huevos.

-         (Servidora): ¡Qué no mamá, que yo me piro al pueblo!

-         (Sra. Madre): ¡Pero tú te lo has pensado bien, no sabes lo que es estar allí todo el día viendo aceitunas, que tú estas muy acostumbrada a entrar y salir!

-         (Servidora): Me la rasca, además ahí ya hay  wifi.

Hoy he tenido un sueño. En ese sueño, llamaba al banco y les decía que se metieran mi piso por un lugar oscuro, hediondo y pequeño.

El señor del banco híper ventilaba.

          - (Servidora): No se preocupe hombre, ¡si está monísimo, qué lo he reformado y parece de revista!

Luego llamaba a mis amigos a los que ya casi no veo porque nunca tenemos tiempo para nada.

-         (Servidora): Chicos, que la próxima en mi nueva casa, que voy a poner una barbacoa y nos vamos a poner como el tenazas.

Luego todo venía todo rodado. Pillaba una casa de esas prefabricadas y la ponía en mi parcela llena de olivos, con su huerto, la barbacoa, las gallinas… y los huevos. Esos huevos tan cojonudos…




11.5.12

Adiós Menú del Día




Imaginaros la típica mañana en el trabajo. Eterna, aguantando reuniones interminables, al cliente de turno, jefecillo o compañera trepa y marrones varios.

Por fin llegan las dos. Te metes al baño, te plantas la camiseta de romper la pana y a mover el cucú.

Adiós menú del día por 9,25 con su sopa castellana y escalope con patatas. Hola Lunch Beat.

¿Y esto de que va? Pues esto, es un rollo guay que se ha inventado una señorita en Estocolmo, donde en vez de ponerte ciego a pan mientras esperas que te traigan la sopa de cocido, te dedicas a mover el body a ritmo de musicote.

Te echas unos bailes, no engordas, descargas adrenalina, tonteas con el compañero y sobre todo te lo pasas bien. ¿Qué no mola todo?

El Lunch Beat, se esta extendiendo como la pólvora por el norte de Europa. Tal está siendo su éxito, que han tenido que inventarse unas cuantas normas básicas para mantener el espíritu del cotarro.

Lo que yo no tengo tan claro es que en España seamos coherentes con el rollete. Yo vería más posibilidades que aquí arraigara si la gente pudieras llevar su propio Tupper. Si se pudiera tomar café y un orujo como Dios manda después de comer.

Claro que luego, se nos calentaría el hocico. Que de todos es sabido que en España nos gusta mucho la fiesta y al final llegaríamos pedo a la oficina (eso suponiendo que volviésemos) y el tema se degeneraría bastante.

Y además, hay una cosa clave. La norma nº 8 del Lunch Beat, dice que “en todo Lunch Beat, el agua tiene que ser gratis”.

Eso iba a ser el paraíso de los jubilados…


10.5.12

El potencial de la mortadela de aceituna


Estoy mas que harta del temita de la crisis. Y no solo porqué tenga la constante sensación de que un gigantesco meteorito en llamas vaya a estrellarse contra la península ibérica, acabando con la sociedad tal como la conocemos.

Lo que me toca las narices es ese panfleto que todos los días nos cuentan sobre: hay que reinventarse a sí mismo.

Asumamos el cambio como una oportunidad. Tenemos que adaptarnos a la nueva realidad. La crisis nos benefician porque despiertan nuestra imaginación. El futuro es para los emprendedores.

Estos, son solo unos pocos ejemplos de las frases que nos venden a todas horas los medios.

Así que yo no paro de darle vueltas al temita y exploto al máximo mi creatividad. Poner una mercería es cosa del pasado. Ahora lo imaginativo y lo emprendedor es lo que marca la diferencia.  

Finalmente, descarté el proyecto de la tienda de pollos asados,  las pollitas. Establecimiento que iba a ser atendido por señoritas que enseñarían “las pechugas”. Estaba bien para los viejos de mi barrio, pero se me quedaba corto de miras.

Definitivamente mi negocio va a ser: la cría de koalas.

¿Y porqué  Koalas y no gacelas thomsons por ejemplo? Pues porque los koalas son bichos pequeños, solitarios, se mueven poco, despiertan ternura y no son caros de mantener.

Y fijo que triunfo porque además voy a petar la red de koalas. Los distribuiré a través de Internet a nivel mundial (menos a Australia, claro) y se podrá pagar por paypal, como Dios manda.

En fin… ¡qué pena me da la gente que no es tan creativa como yo! Sinceramente, con estos tiempos que corren  no se a que se van a dedicar.

Supongo que para esas otras  personas usar la imaginación será quitar las aceitunas de la mortadela y ponérselas a la ensaladilla rusa.

4.5.12

Feliz Cumpleaños "Lorza residente"



El teléfono suena otra vez. Las cinco últimas llamadas han acabado de forma casi idéntica:

-         (Prima segunda): Anda no te quejes… ¡Qué peor es no cumplir años!

¿Qué me quiere decir?  ¿Que es mejor no morirse? ¡Pues hombre claro que es mejor no morirse! Si puede una elegir una, claro.

-         (La muerte): Buenas. ¿Nos vamos?
-         (Servidora): Joder, ¿y tiene que ser hoy? Es que justo hoy…
-         (La muerte): Mujer, es que hoy se acaba su año mortal y me viene fenomenal de cara a rellenar papeles. Realmente le tocaba el día 13, pero total, son diez días que no van a ningún sitio.

Pues hombre, visto desde este punto de vista… si, prefiero no morirme y asumir que me llamen señora, Hacer eso en el espejo de estirarte los mofletes para atrás y resignarme con el tema de la lorza residente.

Seamos sinceros. Si a mí lo que me jode no es cumplir años. Lo que me jode, es cumplir años de mala manera.

Yo supongo que cuando eres una estrella de la pantalla (con tu botox, tus masajes, tus cremas de a 8000 y tus modelitos de a 1500) pues no será lo mismo.

Qué sale la “Pe” en la revista de turno con un súper primer plano y piensas: “Qué hija de puta”. Y luego: “Anda, que no llevará esto retoque…

Pero en el fondo de tu alma sabes, que si te hicieran a tí ese primer cruel primer plano no habría filtros de photoshop en el planeta tierra que te quitaran las ojeras.

Y de pronto, te acuerdas cuando ibas a un disco/pub de esos y el tipo de la puerta te pedía el carnet.

Tú ibas tan pintada como una puerta. Que cada pestaña te pesaba casi como un cartón de leche. Embutida en tus mejores galas, ignorando el frío. Que ya podía ser diciembre que la minifalda caía fijo, y con media de la fina. Tú eras súper adulta,  pedirte el carnet era el mayor agravio que se te podía hacer.

Valiente idiota era. Ahora hasta pagaría por pasar delante de una obra y escuchar cualquier barbaridad.

Lo achacaré a que ahora no hay casi obras. Con esto de la crisis…

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