Día: un jueves cualquiera. Hora: 12:35 PM. Lugar: mi
dormitorio.
Y ahí estaba yo, intentando colocar la jodida Z. Que si, te
da muchos puntos, pero anda que no es chunga de poner. Era cuestión de orgullo,
esta partida la ganaba por mis inexistentes pelotas.
A mi lado, un señor en calzoncillos se empeña en darme la
noche. Ha colocado en la casilla de triple letra la deseada “X”. 78 puntos de
vellón, así como quien no quiere la cosa.
Sería más sensato volverme y partirle la cara, pero no, uso
el chat y le pongo: "capullo".
Él me contesta: "te jodes".
Aparte de jugar con mi marido, juego con mi cuñada, mi
suegra, una amiga que hace años que
no veo, un colega de mi hermano y mi compañero de curro. Seis frentes abiertos,
puedo con todos, el caso es demostrar
que Cervantes a mi lado es como un niño de 3 años.
Y así llevamos ya tres noches seguidas.
No me siento muy orgullosa de confesar estas cosas, pues la
falta de sueño ya me está pasando factura. Pero creo sinceramente que, esto no
puede ser peor que cuando me enganche a
“la granja”.
Plantaba la remolacha, recogía la remolacha, pillaba un
espantapájaros, visualizaba la granja de mi vecina y le enviaba un mensajito:
"Tronca, se te seca la berenjena".
Ampliaba la granja, pillaba cosechadoras, adquiría vacas, ovejas
y cabras, hacía un redil. Mi granja llego a ser como Oklahoma, casi me dan
fondos de la Unión Europea.
Al final, llego a convertirse en un trabajo. El día que puse
el despertador a las tres de la mañana para recoger mi cosecha decidí que había
tocado fondo. Seis horas después con todo el dolor de mi corazón e ignorando
las amenazas de amigos adeptos, mi granja fue eliminada.
Yo se que esto me va a pasar con “apalabrados”, mañana me
borro la aplicación. Total, pudiendo estar leyendo, cocinando, haciendo deporte, paseando,
tomando cañas e incluso trabajando, no merece la pena estar pendiente de si mi
cuñada ha puesto: "almorrana" o "garrapiñados".
Mañana fijo lo dejo, en cuanto acabe con ella, lo prometo,
de mañana no pasa….